ENTRENAMIENTO 05-11-09

Entrenamiento histórico, emocionante como el que más y quizás de los mejores partidos en mucho tiempo.

Este mes de noviembre volvíamos a nuestro horario habitual de las 21:00 y también a la pista 1, totalmente reformada: protectores en las farolas, redes nuevas detrás de las porterías, superficie arreglada y pintada de nuevo... Vamos, un pequeño lujo.

Además, empezamos puntualísimos y eso se agradece. Para esta ocasión, al ser primeros de mes, tocaba Cinco Ideal vs. Resto do Mondo. En el Cinco Ideal se caían de la convocatoria Zalo y Joan por lo que entraban en su lugar Paco y Pablo.

Es decir, en el Cinco Ideal iban Durio, Paco, Martín, Miko, Felipe y Pablo y en el Resto do Mondo, Bucha, Ángel, David, José Luis, Victor y Alex (vino a última hora en sustitución de Kemel).

Sólo puedo deciros que cuando llevábamos una hora de partido el resultado todavía seguía siendo de 0-0.

Cada equipo dispuso de numerosas ocasiones y algúnas clamorosas a puerta vacía pero parece que Pepe el Brujo echó algo por ahí y el balón no quería entrar en ninguna de las porterías.

Según iba pasando el tiempo, cada equipo iba cansándose más pero a la vez elevando la concentración y la emoción ya que un gol a favor o en contra podía ser casi como un gol de oro.

Cuando llevábamos una hora de partido y sin que se vislumbrase a ningún equipo acercarse a las pistas para reclamar la siguiente hora, seguimos jugando y en un pase en largo mío (estaba de portero) a Bucha, éste se hizo su jugada personal por la banda derecha y cruzó el balón estableciendo el 0-1 en el marcador. Grandísimo gol.

Felipe pensaba que este gol les iba a condenar y Bucha opinaba que en el momento que alguien metiese un gol, luego llegarían más goles. Y acertó más éste último...

Casi en la siguiente jugada, Miko se plantó sólo en la banda derecha, se adentró casi en el área y por alto me batió con un tremendo derechazo. A ver quién para eso... Con razón me fui echando para atrás inconscientemente antes de que me disparase...

1-1 y vuelta a empezar pero ahora las tornas se iban a cambiar. En otra jugada similar, Felipe disparó y casi evito que el balón no entre. Puse la mano, la paré pero iba con tanta potencia que me la echó para atras. De hecho, a día de hoy aun me sigue picando un poco la palma...

2-1 y serían las 22:15. Personalmente pensaba que esto ya iba a ser complicado para nuestros interese. De hecho, ya no llegábamos frescos arriba y sin embargo ellos tenían ocasiones claras de gol ya que nuestro equipo echó toda la carne en el asador y dejaba descubierta la defensa en innumerables ocasiones. Pero ahí estaba yo para parar todo lo parable. Hoy era mi día y nadie me lo iba a arruinar, como dice la canción.

Tengo que decir que antes de que llegasen todos los goles, preferí quedarme de portero de forma permanente ya que me sentía bastante cómodo bajo palos.

En esas estábamos hasta que en un ataque bastante pausado, cogió la bola Bucha y con la derecha le metió a Martín un balón por la escuadra ante el que nada pudo hacer.

2-2 y la cocina sin barrer. Qué podía pasar? Nadie lo sabía. El tiempo había caducado hace ya tiempo y de repente en un disparo casi a puerta vacía, creo que de Felipe, rebota en las manos de Victor que estaba dentro del área y que tuvo que ponerselas casi en la barbilla para que no le diera la bola en la cara.

Manos involuntarias e injustas (lo digo con la boca pequeña) pero que cortaban jugada manifiesta de gol y por lo tanto, penalty claro. Fue como el otro día el que le pitaron al Real Madrid contra el Milán. No puedes hacer nada, sólo lamentarte ya que es malísima suerte.

Bueno, yo bajo palos, Felipe iba a lanzarlo pero prefirió dejársela a Miko, experto tirador de todo. Algunos estaban deseando que se apagaran los focos. Coloca el balón, yo no sé a dónde tirarme. Coge carrerilla, me echo un poco a mi izquierda y hacia allá va el esférico.

La paro, se escuchan en un instante lamentos y gritos de júbilo, todos a una. El balón queda suelto en el área, lo recoge un defensa nuestro, despeja como puede, hay un barullo y de repente se empiezan a apagar los focos de las pistas más alejadas y la oscuridad se va acercando a nosotros en milisegundos. Es como las pelis de terror, que estás en el pasillo de un hospital y ocurre los mismo. Pues igual, y de repente nuestra pista se queda en penumbras.

Fin del partido. Empate. Miko se va directo al banquillo sin querer hablar con nadie, con un cabreo de narices. Ángel por su parte, viene a abrazarme, salta encima de mí, le cojo y celebramos juntos este empate que sabe a victoria.

No hay más que contar. Sólo los que estuvimos allí sabemos lo bien que lo pasamos. Y para redondear la faena, unos cuantos (Felipe, Bucha, Ángel, Miko y yo) nos fuimos a tomarnos una jarrita rápida de cerveza con limón aderezada con unas cuantas tapitas de lujo ibérico y a echar unos vicios con las sobras a la tragaperras de turno. No tocó nada, por cierto.

Me flipó para bien: Todo el entrenamiento, unos y otros. La predisposicón y dedicación de todos para defender, atacar... Mención especial esta vez para Bucha, que faenó incansablemente contra toda la defensa rival obteniendo el premio de los dos goles de nuestro equipo. Ángel me sorprendió para bien. También me pongo yo una pequeña medalla ya que me salió un partido bastante completo bajo palos, y no por el penalty parado, que eso fue más suerte que otra cosa.

Me flipó para mal: No puedo decir nada.

Me dejó anonadado: No sé si iban empate a uno pero en una jugada, Miko se escapó por el filo de la banda izquierda y Ángel dijo que había salido fuera. El defensa de Waikiki se cabreó sobremanera ya que consideraba que el balón no había traspasado completamente la línea de banda y se hubiese quedado en un uno contra uno contra mí.